Joyas que fluyen, por Tiare Gatti

Joyas que fluyen, por Tiare Gatti

Estamos entrando en una nueva realidad feminista y queer y por suerte la moda, incluyendo la joyería, no ha quedado inmune a esto. Progresivamente, la joyería se está moviendo hacia un espacio unisex, con celebridades como Anwar Hadid uniéndose a la tendencia con su marca Martyre. Además de la fluidez de género, otra característica que comenzamos a ver in crescendo y que posee Ennea, es la de joyas que reclaman al sujeto femenino como activo.

La teórica feminista Laura Mulvey destaca el sometimiento machista de la mujer como objeto pasivo, que quiere convertir al colectivo femenino en algo que existe para ser observado por the male gaze (‘la mirada masculina’). Ennea propone a las mujeres que vistan las joyas que llevarían las musas: llevar estas joyas, por lo tanto, implica una profundidad de significado que va más allá de la estética superficial. Al escoger accesorios que significan algo más que aparecer de la manera considerada preferible para la aprobación del género masculino, las mujeres rechazamos la pasividad que el patriarcado quiere asignarnos. Al optar por moda con significado, no vivimos por y para the male gaze, ya que escogemos adornarnos con algo que va más allá de su mirada, algo que importa para la nuestra, para nuestra profundidad emocional, la que nos hace sujetos activos. Ennea opta, por ejemplo, por plasmar sus joyas en imágenes donde las que las llevan son esculturas: se aleja así de la cosificación de la mujer como modelo pasiva e imagen femenina única, otorgándole ese papel a una escultura y reservándole a la persona que adquiere la pieza el papel de darle vida propia. Cada interpretación de los personajes que inspiran las joyas de Ennea es única y a la vez crea comunidad, cada persona que las lleva es una musa con una realidad no menos mágica que la mitológica.

Moda feminista, por lo tanto, también significa moda con significado. Un anillo, más que ser un placer para los ojos, puede también contar una historia sobre la persona que lo lleva. Vemos esto, por ejemplo, en la MET Gala, cuyos temas han recorrido, en los últimos años, desde la religiosidad al camp. Allí se han introducido diseños que, más allá de centrarse en los atuendos sexuales de las invitadas, aunque sin necesidad de renunciar a ellos, cuentan su propia versión del tema elegido, muchas veces anteponiéndolo a los meros cánones estéticos tradicionales, muchas veces haciendo statements sociopolíticos. La joyería, la moda, cuentan historias, y esas historias hacen referencia a grandes discursos, contando así algo íntimo e importante de la persona que decide llevarlas en su piel.

Ahora bien, no todo vale en la ‘moda activista’. De poco sirve llevar una camiseta que luce referencias al movimiento feminista o queer si ésta ha sido confeccionada por personas esclavizadas, si las personas trabajadoras de la marca viven y son remuneradas con condiciones poco éticas, si la producción que ha llevado a realizar esa prenda o joya es sinónimo de daños al medio ambiente. De ahí que se hayan empezado a usar términos como ‘rainbow capitalism’, que hacen referencia a como grandes marcas han empezado a usar el feminismo como elemento para lucrarse, pero no para revisar sus estándares humanitarios. Ninguna coherencia tiene reclamar derechos pisoteando otros. Ningún sentido tiene abogar por la mujer como sujeto activo si ese poder de decisión lo usa para convertirse, a su vez, en explotadora.

El cambio que ha tomado la moda es evidente, y no hay vuelta atrás. Pero hay que tener cuidado con que no caiga en las manos equivocadas, hay que asegurarse de que sea substancia y no solo apariencia - si no se vuelve a caer en la misma trampa. Por lo tanto: ser, no aparentar. Y ser musas pero, ante todo, de nosotras mismas - y de las personas que se sientan inspiradas por como realmente somos.

 

Tiare Gatti Mora @tiaregmora / @i_network_live

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